EN MOVIMIENTO
El tiempo y su continuo movimiento nos trasladan de forma suspicaz a la proximidad entre el resultado de la obra acabada y la reflexión acerca de ella y de nosotros mismos, pero a pesar de que el tiempo es una variable casi invisible, de nuestra cotidianidad, nos acompaña, nos condiciona a el movimiento continuo, una característica irreversible y constructora de nosotros y de nuestro entorno.
En la ruta que nos toque andar es mejor caminar con honestidad y confianza a pesar de tener que cargar muchas veces con experiencias no tan satisfactorias, ya que en muchas ocasiones el resultado no expresa lo deseado en los comienzos del camino.
Pero cuando el movimiento se da de forma armónica, la obra vive y nos transporta a cualquier pasaje de nuestro interior, nos da vida, comparte con el espectador su capacidad de viajar a través del pensamiento, con esto no quiero decir que la obra viaje o piense, sino que es el espejo de cada mirada y en ella se expresa según los ojos que la miran.
Un recorrido casi infinito y mágico.