Exilio

Exilio es un proyecto artístico que nace desde mi propia historia, desde las memorias que sin saberlo condicionaban mis gestos cotidianos. Es un viaje íntimo que, al abrirse al mundo, encontró un eco en las voces de tantos otros. Personas que también han sido arrancadas de su lugar de origen, que han vivido —o acompañado— el desgarro del exilio.
Esta obra no habla solo de quienes se marcharon, sino también de quienes vieron partir a sus seres queridos, y de aquellos que conviven hoy con personas exiliadas. Todos, de un modo u otro, hemos sido tocados por esa fractura. El exilio nos convierte en protagonistas de una situación que ha existido siempre y que, hoy, se intensifica de forma alarmante debido a circunstancias políticas, bélicas, sociales y laborales. Para muchas personas, el exilio no es una elección: es la «mejor opción de futuro».
El proyecto comenzó con mis propias preguntas, con los recuerdos que volvían una y otra vez, arrastrando una carga emocional no resuelta. A través de entrevistas con personas exiliadas, descubrí que muchas de nuestras vivencias se entrelazaban. Fue desde ese reconocimiento compartido que identifiqué cuatro pilares simbólicos que sostienen esta obra, cada uno construido desde la memoria común:
1. Las pérdidas
Aquello que dejamos atrás: el hogar, los afectos, el idioma, las costumbres, el estatus social o económico. Para homenajear estas pérdidas, creé una serie de chaquetas escultóricas confeccionadas con ropa real. Las chaquetas son una segunda piel: cercanas, identitarias. Algunas están cubiertas de llaves, símbolo de los hogares perdidos. Otras llevan juguetes (la infancia interrumpida), monedas (la economía desmoronada), botones (el rol social que se deshace). Cada chaqueta contiene una historia. Este conjunto sigue creciendo, porque las pérdidas también lo hacen.

2. La maleta
La maleta como símbolo de todo lo que se logra salvar. Muchos me dijeron: «todo lo que me quedaba cabía en una maleta». Una persona me confesó que al ver su equipaje en la cinta transportadora, se sintió desnuda. Para algunos, ni siquiera hubo tiempo de preparar esa maleta. Esta escultura contiene los objetos más preciados, los que alguna vez definieron una identidad. Hoy, solo son objetos.

3. El trayecto
Los cuadros de este proyecto son mapas del recorrido del exilio. Representan los desplazamientos forzados, los caminos inciertos y los puntos de quiebre. Están construidos con elementos simbólicos que aparecían una y otra vez en los testimonios: fronteras, controles, huidas, refugios. Son cartografías emocionales del desarraigo.

4. La infancia exiliada
La memoria infantil apareció de forma persistente en todos los relatos. Los adultos recordaban detalles de su niñez con una mezcla de ternura y pérdida. Y quienes vivieron el exilio siendo niños, hablan de una infancia truncada. Para visibilizar este dolor, creé esculturas de niños sin rostro, hechas con ropa donada por familias migrantes. No tienen cara porque no importa quiénes son, sino lo que han vivido. Están pintadas de blanco como homenaje a su resiliencia, a su capacidad de seguir adelante a pesar de todo. Estas figuras forman instalaciones adaptadas a cada espacio, creando escenarios donde la infancia es desplazada una y otra vez.

Exilio no busca representar una experiencia individual, sino una realidad colectiva y universal. A través de sus esculturas, instalaciones y acciones artísticas, el proyecto abre un espacio de memoria, diálogo y acompañamiento. Un lugar donde mirar de frente al exilio y darle voz, sobre todo, a quienes más la necesitan: los niños.